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Capítulo 04

4:1-5:14 UNA VISION DEL CIELO

Esta sección puede verse como un punto de cambio en el Apoc. Permite una comprensión más completa del Cristo y su salvación que domina los caps. anteriores y los juicios y el reino que son el tema de los caps. que siguen. Un solo motivo liga la doble visión de los caps. 4 y 5, o sea que el Dios de la creación es el Dios de la redención que hace cumplir su propósito por medio del Cristo crucificado y resucitado. El cap. 4 se lee como una de las visiones de Dios en el AT (cf. Isa. 6; Eze. 1), en las que Dios se presenta como alguien exaltado en santidad, muy por encima de las tormentas de la historia y los esfuerzos de los poderes del mal para resistir su voluntad. En el cap. 5 se concentra la atención en el Cristo que ha vencido a todos los poderes del mal y que por lo mismo ha ganado el derecho de abrir el rollo del destino de Dios y conocer lo que está escrito en él. Combinando las dos visiones, se hacía claro que la voluntad de Dios en la creación, celebrada en el himno que clausura el cap. 4, se logra por el Cordero que fue muerto y exaltado al trono de Dios. Así es como la historia termina con el reconocimiento y adoración de Dios y el Cordero por los vivos y los muertos.


4:1-11 El trono en el cielo

El escenario de la visión de Juan se cambia de la tierra al cielo y permanece allí hasta el cap. 10, después de lo cual el punto de vista se va alternando. Debe notarse que sólo el profeta y no la iglesia es llamado a pasar a través de la puerta abierta; su elevación en visión es con el propósito de recibir una revelación, para que pueda comunicar lo que ha visto a los que están en la tierra.

2 Lo primero que captaron los ojos de Juan fue un trono que estaba puesto en el cielo, y sobre el trono uno sentado. Es de primera importancia saber que el Dios que mora en el cielo posee absoluta autoridad sobre el universo. 3 No se da descripción alguna de Dios; Juan dice simplemente que emanan varios colores de piedras preciosas que brillan a través de una extraña nube en forma de arco iris. Hay alguna incertidumbre sobre los nombres dados a las joyas en el mundo antiguo: el jaspe era probablemente un diamante (cf. 21:11), la cornalina era roja, pero no estamos seguros sobre la esmeralda. Puede indicar cristal de roca que actúa como un prisma, y en ese caso se recuerda al arco iris después del diluvio, un recordatorio del pacto de Dios de retener su ira de la humanidad en la tierra (Gén. 9:13). El trono y el arco iris, la omnipotencia y la misericordia, son símbolos significativos en un libro cuyo tema dominante es el juicio y el reino de Dios.

4 Los veinticuatro ancianos recuerdan Isa. 24:23, donde los “ancianos” se veían como líderes de Israel. Estos ancianos a menudo han sido interpretados como representantes de Israel y de la iglesia (12 patriarcas y 12 apóstoles). En 1 Crón. 24:4, sin embargo, leemos de 24 órdenes sacerdotales y en 1 Crón. 25:1 de 24 órdenes de levitas señalados para profetizar y alabar con arpas y címbalos. Puesto que en 5:8 los ancianos presentan las oraciones del pueblo de Dios y en 4:6–11 se los relaciona con los cuatro seres vivientes, es mejor entenderlos como seres angelicales exaltados, adorando y sirviendo al Creador. 5 Los relámpagos y truenos y voces recuerdan la teofanía en el Sinaí (Exo. 19:16) y describen el aspecto terrible de Dios. En cuanto a los siete Espíritus de Dios véase 5:6. 6 No se dice que el mar de vidrio sea un mar lit., sino que era semejante a ello. Es una adaptación del concepto de las aguas sobre el firmamento (Gén. 1:7), pero se introduce aquí aparentemente para enfatizar la grandeza de Dios.

Los cuatro seres vivientes están alrededor del trono. Su descripción se toma de la visión de los querubines (Eze. 1:5–21) pero está considerablemente modificada. Las principales diferencias son que en Ezequiel cada uno de los querubines tiene cuatro rostros, mientras que aquí cada uno tiene uno. Los primeros tienen “ruedas”, llenas de ojos alrededor (soportan el trono de Dios), pero aquí los mismos seres tienen los ojos. 7, 8 Su adoración incesante rendida a Dios bien puede representar la sujeción de toda la creación a Dios. Los judíos llegaron a entender de esa manera la visión de Ezequiel, considerando al hombre como principal representante de los seres creados; al águila, de las aves; al león, de las bestias y al becerro, del ganado.

El simbolismo antiguo de los cuatro vientos y las cuatro principales constelaciones del Zodíaco por medio de estas cuatro figuras, si era conocido por Juan, serviría para fortalecer este criterio. La canción de los querubines implica que el futuro triunfo de Dios está enraizado en su misma naturaleza; el Señor, que es santo y todopoderoso, ha de venir. 9, 10 La renuncia de los veinticuatro ancianos a sus coronas pareciera ser la expresión de la adoración dada en ocasiones especiales cuando Dios “viene” y manifiesta su poder soberano para juzgar y salvar (ver 5:8, 14; 11:15–18; 19:4). 11 Los ancianos reconocen que el único digno de tener preeminencia en la creación es el Creador. En su canto que celebra su dignidad dicen que debido a tu voluntad tienen ser y fueron creadas (mejor que por). Esta es una mirada hacia adelante más bien que hacia atrás; la voluntad de Dios es el poder último en el universo y su voluntad será realizada. Esta es la lección suprema de las visiones del Apoc.