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Capítulo 06

6:1-8:5 LOS SIETE SELLOS

Muchos elementos complejos confluyen para formar el panorama que ahora nos describe el profeta. La convicción de que el juicio precederá a la venida del reino de Dios está arraigado en la enseñanza de los profetas del AT relativa al día del Señor (ver p. ej. Isa. 13 y 34; Jer. 4–7; Eze. 7 y 25; Amós 5:18–29; Sof. 1–3). Juan los ha elaborado y esquematizado de manera única, pero la división de los ayes mesiánicos en siete juegos de siete bien puede haber sido inspirada por la profecía condenatoria de Lev. 26, donde se declara cuatro veces “Volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados” (18, 21, 24, 28). El discurso sobre los tiempos del fin en los Evangelios (Mat. 24; Mar. 13; Luc. 21) contiene los siete juicios enumerados en Apoc. 6, pero la forma de los cuatro juicios iniciales refleja la visión de las cuatro carrozas y caballos de Zacarías (cf. Zac. 1:7–17), adaptada por Juan para dar su mensaje. Notemos que, mientras que la apertura de los sellos produce juicios, no son sino los precursores del reinado final de Dios. El libro representa el pacto divino de dar a la humanidad el reino de salvación.


6:1, 2 El primer sello

La orden ¡Ven! se dirige al jinete que aparece en la apertura del sello (lo mismo es verdad en los vv. 3, 5, 7). Muchos intérpretes consideran que el jinete conquistador es Cristo y relacionan el pasaje con la visión del Señor que regresa en 19:11, 12. El único elemento en común de los dos cuadros en realidad es el caballo blanco, un símbolo de victoria. Otros sostienen que el jinete representa el triunfo del evangelio y citan Mar. 13:10 (2 Tes. 2:7 también se interpreta bajo esta luz). Sin embargo, en vista de la evidente similitud de los cuatro jinetes, lo más natural parece ser el interpretar a los cuatro como símbolos de juicio. Este jinete aparece como significando una fuerza militar de poder abrumador.


6:3, 4 El segundo sello

El jinete del caballo … rojo también señala un poder guerrero. Si se pregunta en qué se diferencia del primero, el lenguaje sugiere que el primer jinete representa un ejército que invade a otros países; el segundo, una confusión general de lucha, incluyendo hostilidades entre países y quizá guerra civil ( … que se matasen unos a otros). Nótese la doble referencia a la guerra en Mar. 13:7, 8 y paralelos.


6:5, 6 El tercer sello

El jinete sobre el caballo negro muestra el hambre. La balanza en su mano sugiere la escasez de comida, ya que los precios indicados son prohibitivos. Dios Habla Hoy parafrasea adecuadamente denario por “salario de un día” (cf. Mat. 20:1, 2). Una medida de trigo sería suficiente para la ración diaria de una persona, sin dejar nada por cierto para su familia. Tres medidas de cebada serían para algo más, pero aun sería una provisión sólo para la subsistencia. Por otro lado, el mandato de no hacer ningún daño al vino ni al aceite refleja la preocupación por dar prioridad para tales casos de aquellos que podían permitírselo. En 92 d. de. J.C. poco antes de haber sido escrito el Apoc., una aguda escasez de cereales, junto con abundancia de vino en el Imperio obligó a Domiciano a ordenar la restricción del cultivo de vino y el incremento del grano; la orden creó tal reacción que fue necesario abandonarla. El texto puede haber tenido esa situación en mente.


6:7, 8 El cuarto sello

El cuarto jinete recibe el nombre de Muerte, pero pareciera que representa un tipo especial de muerte, o sea la pestilencia. Ezequiel habla de los cuatro duros actos de juicio de Dios: la espada, el hambre, las bestias feroces y la pestilencia (Eze. 4:21), y la traducción gr. emplea el término “muerte” para el último (posiblemente Juan hace lo mismo en 2:23 y seguramente en 18:8). Que el Hades le seguía muy de cerca recuerda que la muerte no termina la historia de la vida; el juicio espera a los pecadores (cf. Heb. 9:27, 28).


6:9-11 El quinto sello

Las almas de los mártires estaban debajo del altar porque, por decirlo así, habían sido “sacrificados” (cf. Fil 2:17; 2 Tim. 4:6). Se trataba de una idea que los judíos apreciaban. El rabino Akiba enseñaba: “El que es enterrado en la tierra de Israel es como si fuera enterrado debajo del altar, porque toda la tierra de Israel es adecuada para el altar y el que es enterrado debajo del altar es como si fuera enterrado bajo el trono de gloria.” A la luz de 12:17, el testimonio que los mártires tenían es el testimonio de Jesús (ver también 1:2 y 19:10).
10, 11 El vestido blanco que les fue dado es probablemente una representación de su justificación por medio de Cristo a la luz de la condena de ellos por el mundo, y así una señal y una prenda de la gloria que les pertenecerá en la “primera resurrección” (20:4–6). Esta visión de los mártires se considera como una parte integral de los juicios del Señor, pues la oración pidiendo justicia (10) se concede y por lo mismo el fin se apresura.


6:12-17 El sexto sello

La descripción de las señales cósmicas al fin de los tiempos se toma de una serie de pasajes del AT que hablan del día del Señor (en cuanto a un gran terremoto como señal del fin, cf. Eze. 38:19, 20; en cuanto a el sol que se pone negro como tela de cilicio y a la luna que se pone como sangre, ver Isa. 13:10; Eze. 32:7, 8; Joel 2:10; 3:15; para la caída de las estrellas y el cielo como un pergamino enrollado, ver Isa. 34:4; para la búsqueda de escondite en las rocas, ver Isa. 2:10; y para la oración a las montañas, ver Ose. 10:8). Estas señales son indicaciones no de que el fin se acercara sino de que había llegado (así en el v. 17 ha llegado el gran día de su ira). Originalmente eran expresiones pictóricas del terror del universo ante la majestad del Creador cuando él se adelanta para el juicio y la liberación (ver especialmente Hab. 3:6–11) por lo cual servían para magnificar lo terrible del Señor en su teofanía.

15–17 Estos versículos dan una séptupla clasificación de la humanidad, desde los reyes de la tierra hasta todo esclavo y todo libre. Su clamor en los vv. 16 y 17 es una contraparte del de los mártires bajo el altar. El último día revela la identidad de aquel que tiene la autoridad final sobre el universo y el irresistible juicio del Cordero; pero el fin del ejercicio de la autoridad y juicio de ellos es el triunfo del reino de gracia y gloria (ver 21:1–22:5).