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Capítulo 02

2:1-3:22 LAS CARTAS A LAS SIETE IGLESIAS

Estas cartas son breves y muy concentradas en su contenido. Nos recuerdan de los breves oráculos proféticos del AT, especialmente los de Amós 1 y 2, que también son siete en número. Las cartas a las iglesias tienen una estructura casi idéntica. Comienzan con una descripción de Cristo, tomada de la visión inicial, citando elementos que tienen especial relevancia para la ubicación de la iglesia; ala banza por los aspectos recomendables de la misma y luego una crítica de sus faltas. Concluyen con una promesa de recompensas en la venida de Cristo, generalmente relacionadas con los aspectos de la visión de la ciudad de Dios al fin del libro.


2:1-7 La carta a la iglesia en Efeso

Efeso fue una de las grandes ciudades del mundo antiguo y considerablemente la mayor en Asia Menor. Estaba orgullosa de su título de “Guardadora del Templo”, que originalmente se refería al templo de Artemisa (Diana), pero más tarde incluyó dos templos dedicados a la adoración de emperadores romanos. El templo de Artemisa era un famoso lugar de refugio para fugutivos, pero su envanecida “salvación” era objeto de mucho abuso, y la zona alrededor daba a los criminales un santuario fuera del alcance de la ley, por lo que llegó a ser el cuartel general del crimen organizado. El interés del populacho en la magia y la superstición se ilustra en Hech. 19:13–20. Pablo fundó la iglesia en Efeso y la hizo centro de la evangelización de la provincia (Hech. 19:1–10). De acuerdo con una tradición posterior, el apóstol Juan y María, la madre de Jesús, se establecieron allí. 1 El saludo inicial cita 1:12, 20; el Señor tiene las siete estrellas en su mano. Esto indica que él mantiene la vida espiritual de las iglesias; camina en medio de los siete candeleros y de ese modo está presente en todas las iglesias. Pero el poder que sostiene también es capaz de una remoción judicial; para ello se prepara al oyente con el título del v. 5.

2, 3 Yo conozco tus obras encabeza cada una de las cartas a veces dando aliento (p. ej. 2:9, 13) y a veces produciendo vergüenza (p. ej. 3:1, 15). Aquí in troduce un encomio. Las obras de los efesios eran arduo trabajo y … perseverancia; lo primero se muestra en los esfuerzos para vencer a los falsos maestros, y lo segundo en la persistencia ante la oposición tanto de los falsos profetas como de otras fuentes. Los malos son aquellos que dicen ser apóstoles y no lo son. Es probable que se trate de las personas mencionadas en el v. 6 como “nicolaítas”. Su maldad no se relaciona tanto con su doc trina como con el mal moral que surge de la doc-trina (sobre los nicolaítas véase en 2:14, 15).

4, 5 El fracaso de los efesios era la perversión de su principal virtud: has dejado tu primer amor. El llamado al arrepentimiento y a hacer las primeras obras sugiere que el fracaso de estos cristianos no era primordialmente la pérdida del amor a Dios sino a los demás. Cuando el rechazo de las prácticas de aquellos que yerran (6) se transforma en odio hacia las personas que yerran, los cristianos se apartan del amor redentor de Dios en Cristo (cf. Juan 3:16) y pervierten la fe. De allí la seria advertencia del v. 5: Vendré pronto a ti denota una venida en juicio, aun del mismo modo que el Señor vendrá al mundo un día para eliminar el mal. La remoción del candelero de su lugar puede significar nada menos que el fin del reconocimiento que Cristo ha hecho de la iglesia como algo propio. Estará tan vacía de Cristo como el templo de Jerusalén quedó vacío de Dios antes de su destrucción. (cf. Eze. 11:22, 23; Mat. 23:38). Así tan grave es el pecado de la falta de amor en una iglesia cristiana.

7 El mandato el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias aparece en las promesas a los vencedores en todas las siete cartas. Es improbable que el Espíritu hable sólo con sus promesas; habla a lo largo de todas las cartas. Parecería que el Señor resucitado se dirige a las iglesias por medio del Espíritu Santo. Esto está plenamente de acuerdo con la enseñanza de Jesús en los discursos del apo sento alto en Juan 14–16 (ver especialmente Juan 16:12–15). El creyente que venza lo logra por medio de la derrota que Cristo ha infringido sobre los poderes del mal; comparte la victoria del Señor (ver 12:11; Juan 12:31, 32; 16:33). Al que venza le daré de comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso de Dios: El término paraíso es una palabra persa que denota especialmente un parque rodeado por una pared. Se usó en la LXX para tradu cir la palabra “jardín” (Edén). En la literatura judía, “jardín del Edén” y “paraíso”, ambos se usaban igualmente para la morada de los justos en la vida futura. Por lo tanto, los maestros judíos hablaban del paraíso de Adán, el paraíso de los benditos en el cielo y el paraíso de los justos en el reino venidero de Dios. Lo que está en mente en esta promesa es el último significado. Adán y Eva perdieron el acceso al árbol de la vida y fueron echados del jardín (Gén. 3:22, 23); el creyente que comparte la victoria del Señor tiene la promesa de que le serán restauradas ambas bendiciones (ver 22:2). En el NT un término frecuente para la cruz de Cristo es “árbol” (especialmente de labios de Pedro; ver Hech. 5:30; 10:39; 1 Ped. 2:24). El templo de Artemisa estaba construido sobre un altar hecho con un árbol, y con frecuencia un árbol simbolizaba a Efeso o a su diosa. Así como los creyentes efesios alguna vez consideraron el árbol de Artemisa como el asiento de la vida divina e intermediario entre la vida y la naturaleza humana, ahora habían aprendido que la vida eterna en el paraíso de Dios era suya por medio de la cruz de aquel que murió y resucitó.


2:8-11 La carta a la iglesia en Esmirna

Esmirna era un puerto marítimo y su prosperidad, gracias a esa ubicación, estaba bien establecida antes de los tiempos cristianos y sigue hasta hoy con el nombre de Ismir. La primera ciudad con ese nombre fue destruida en el año 600 a. de J.C. y fue reconstruida por el sucesor de Alejandro Magno. La imagen del fénix, el ave legendaria que se levanta de las cenizas de la destrucción, se aplicaba a Esmirna. Este no es el único caso de una iglesia que reflejaba la historia de la ciudad en la que estaba ubicada. Hay un tema que domina esta breve carta, el del sufrimiento en la persecución. Eso lleva al saludo del Señor en la frase inicial: El primero y el último, el que estuvo muerto y vivió, dice estas cosas. Se recuerda a la iglesia que su Señor es el conquistador de la muerte y ha vencido en favor de ellos. Ocurría que uno de los más conocidos cristianos de la iglesia primitiva probablemente ya estaba en la congregación cuando se leyó esta carta. Era Policarpo, que luego llegó a ser obispo de Esmirna y fue martirizado alrededor del año 160. Cuando en su juicio se le ordenó que maldijera a Cristo, declaró que lo había servido durante 86 años y sólo había recibido la bendición de él, ¿cómo podría traicionar a su rey?

9 La tribulación y la probreza de los cristianos de Esmirna posiblemente se debían a las persecuciones que habían sufrido (al respecto, ver Heb. 10:32–34 y contrastarlo con lo que se dice a los laodicenses en 3:17). La blasfemia de los judíos de Esmirna es característica de la amargura judía contra los cristianos de aquella ciudad, y otros autores hacen mención de ella. Estos judíos habrían aprovechado para informar contra los cristianos. La iglesia de Esmirna más tarde citó los alegatos de los judíos de que Policarpo resistía a la religión del Estado; hablaron de él como “el maestro de Asia, el padre de los cristianos, el derribador de nuestros dioses, que enseña a muchos a no sacrificar ni adorar”. Tales personas ya no merecían tener ese nombre “judío”, sino que se habían transformado en una sinagoga de Satanás (cf. Núm. 16:3, donde dice “la sinagoga del Señor” en la LXX). El nombre Satanás significa un acusador, blasfemador; este grupo de judíos se aproximaba a ese carácter. Naturalmente esto no es una indicación del criterio de Juan sobre los judíos, pues él mismo lo era. Refleja la profundidad de la apostasía a la que se había hundido esta congregación.

10 El diablo por medio de sus instrumentos enviará a la cárcel a algunos cristianos de Esmira, y su persecución durará diez días. La prisión no era un lugar de castigo, sino un lugar donde esperar la sentencia, sea a trabajos forzados en una mina de sal, deportación o muerte. La persecución será corta, pero bastará para que algunos paguen el sacrificio final. Si era así, quedaba la seguridad de la corona de la vida de parte del Señor, o sea la rama de laurel para el vencedor en los juegos, que consistirá (en su aplicación) en la vida en el reino de Dios.

11 El consuelo del vencedor es que jamás recibirá daño de la muerte segunda. Esa es una expresión judía, que contrasta a la muerte que debemos sufrir todos con el destino de aquellos que nunca escaparán de su poder, ya sea porque son indignos de la resurrección de la muerte, ya sea porque sufrirán el juicio en el fin de los tiempos (21:8 significa ser echado al lago de fuego). Tal condenación significa morir dos veces. Los de Esmirna han de recordar que morir a causa de la ira humana es poco si se compara con el sufrimiento del juicio de Dios.


2:12-17 La carta a la iglesia en Pérgamo

Durante muchos años hubo rivalidad entre Efeso, Esmirna y Pérgamo sobre cuál era la principal ciudad de Asia. No había duda en cuanto a que Pérgamo era el centro de la vida religiosa de la provincia. La ciudad estaba dominada por una gran colina de unos 300 m. sobre el nivel del mar y tenía muchos templos. El más famoso era el de Escu lapio, el dios de la sanidad, estrechamente asociado con la serpiente, que dio a Pérgamo una reputación similar a la de Lourdes hoy. Había un gran altar a Zeus construido para conmemorar una notable victoria. Lo más importante de todo era que Pérgamo tenía el primer templo de la zona dedicado a Augusto y a Roma, por lo cual se transformó en el centro del culto al emperador en la provincia. Como se trataba de una afiliación tanto política co mo religiosa creaba problemas especiales para los cristianos. Los títulos de Señor, Salvador y Dios eran aplicados continuamente al emperador, algo que los cristianos no podían menos que resistir a la luz de su exclusiva adhesión correcta a Jesús.

12 El título es un eco de 1:16 y anticipa 2:16.

13 El Señor reconoce a Pérgamo como el lugar donde está el trono de Satanás. Lo más probable es que esto se relacione con el altar a Zeus, en forma de trono, que era en sí mismo un símbolo de la idolatría que dominaba en Pérgamo. Pero estos cristianos seguían siendo fieles al nombre de Jesús, el único Señor, Salvador y Dios encarnado. Es claro que había tenido lugar una persecución en el lugar, durante la cual había sido ejecutado Antipas, mi testigo fiel, uno de ellos. Esto pudo ser el primer caso de alguien que fuera testigo (gr. mártir), porque la palabra se usa para alguien que ha dado su vida a causa de su testimonio de Cristo.

14 Pero la iglesia de esa ciudad tenía a algunos que se adhieren a la doctrina de Balaam, que era asociada con la doctrina de los nicolaítas. Desde los tiempos más antiguos se ha considerado que los últimos fueron seguidores de Nicolás de Antioquía, uno de los siete que fueron designados para ayudar a los apóstoles en Jerusalén (Hech. 6:5). Ambos nombres eran considerados como teniendo una similitud de significado. Nicolás significa “vencedor del pueblo” y Balaam “el que ha consumido al pueblo”. El mal que estaba en juego era la persuasión a comer de lo sacrificado a los ídolos y a cometer inmoralidad sexual. Después que Balaam pronunció sus oráculos de bendición en vez de maldición sobre Israel (Núm. 22–24), los israelitas cayeron en inmoralidad sexual con las mujeres moabitas y comieron de sus sacrificios y adoraron sus dioses (Núm. 25:1, 2). En Núm. 31:16 se declara que las mujeres moabitas actuaron por consejo de Balaam. En Pérgamo, como en otros lugares, habían llegado maestros a las iglesias y habían tratado de persuadir a los miembros para que actuaran libremen te en cuanto a la verdad reconocida de que los cristianos no estaban bajo la ley de Moisés. ¡El concepto de una sociedad permisiva por cierto no es nuevo! Ni tampoco lo son sus daños.

16 El Señor llama a arrepentimiento (o sea a volverse del pecado) porque de otro modo vendrá pronto y ejecutará el jucio sobre aquellos que enseñan y actúan de esa manera (cf. 2:5).

17 La promesa al vencedor es doble: Le daré de comer del maná escondido. Esto está de acuerdo con la comprensión de la redención como un segundo éxodo. Los judíos lo planteaban así: “Como el primer redentor hizo descender el maná, así el segundo Redentor también lo hará descender.” Por supuesto, para el cristiano eso tiene un significado espiritual, similar al del “agua de vida” (cf. 22:17). La piedrecita blanca es algo ambiguo, dado que tenía una variedad de significados y usos en la sociedad antigua. Un individuo que estaba bajo juicio recibía de los jurados una piedra: una negra significaba que era culpable y una blanca que era inocente. Si esto estaba en mente, la promesa se relacionaría con la que fue dada a Esmirna (2:11). Existía la costumbre de que, cuando dos personas querían sellar una amistad, rompían una piedra en dos y cada una de ellas retenía una parte, lo que le daba acceso a uno a la casa del otro. Una ampliación de esa costumbre era el uso de una piedra para admisión a una fiesta; cuando se aplicaba a una asociación que celebraba fiestas regularmente podía ser caro y restrictivo, algo así como un club cerrado en la actualidad. Hay evidencia de haber dona do a los vencedores en los juegos una piedra que servía como recompensa y era provista de los fondos públicos. En cuanto a las posibilidades de interpretación, mucho dependerá de quién era el nombre nuevo escrito sobre la piedra en cuestión. Si era el de un creyente, entonces la promesa podría indicar la entrada en una relación distintiva en la nueva vida del reino de Dios. Si era el nombre de Dios (cf. 3:12), o de Cristo (cf. 19:12b), entonces indicaría una relación nueva y oculta con el Señor, quizá con una alusión al poder inherente en el nombre de Dios. El cristiano participa en el poder del Señor y, de una manera única sin que otro lo compartiera, en el carácter de Dios.


2:18-29 La carta a la iglesia en Tiatira

Tiatira era una ciudad de artesanos y mercaderes. Recordemos que la primera persona convertida en Macedonia fue Lidia de Tiatira, una vendedora de púrpura (Hech. 16:14). El mayor problema para la iglesia fue planteado por los muchos gremios comerciales de la ciudad. Esto no era común, ya que la administración romana lo desalentaba; pero se cree que Tiatira era útil a los romanos como fuente de aprovisionamiento para su guarnición en la cercana Pérgamo, de modo que podía tolerar la existencia de esos gremios. Sin embargo, los cristianos no podían hacer lo mismo. Los gremios tenían un dios patrono y posiblemente una representación de Apolo ocupaba ese lugar en Tiatira. Las fiestas de los gremios eran celebradas en un templo y eran consideradas como momentos religiosos; la carne se ofrecía al dios y los participantes la compartían; por lo general, se terminaba en una orgía. ¿Cómo podían participar los cristianos de tales reuniones? La mujer Jezabel tenía la respuesta (20).

El v. 18 es un eco de 1:14b y 15a. Los ojos como llama de fuego lo ven todo. El bronce bruñido era una aleación común y se producía en Tiatira, aunque sea extraño que el término técnico que se usa aquí no aparece en ningún lugar de la literatura gr. Su asociación con la representación local de Apolo y el descubrimiento de monedas en las que aparece sosteniendo la mano del emperador podía estar en mente en esta introducción, donde el Hijo de Dios se describe como alguien ataviado con una armadura que brillaba como metal refinado en los hornos de la ciudad. La obras mencionadas en el v. 19 son significativas para comprender qué es aceptable a Dios y cuál debe ser la interpretación del juicio de acuerdo a las obras en 20:12–14. Aquí había una iglesia que estaba creciendo en su servicio a Cristo (tus últimas obras son mejores que las primeras).

20 Pero la iglesia permitía que una profetisa ejerciera un peligroso ministerio en su seno. Jezabel es sin duda un nombre simbólico, que recuerda a la reina de Acab, que introdujo la idolatría en Israel y amenazó la existencia de la continuidad de la verdadera religión (ver 1 Rey. 16:29–32; 2 Rey. 9:22). Algunas fuentes autorizadas tienen una curiosa variante en el v. 20 donde se lee “tu esposa Nezabel”; es improbable que eso sea correcto, pero re fleja la idea de que la profetisa pudo haber sido la esposa del “ángel” de la iglesia, o sea su obispo. Jezabel pudo haber sido de la orden de los nicolaítas y haber alentado a los miembros de la iglesia a no tener escrúpulos para participar en las reuniones de esos gremios y dedicarse libremente a la inmoralidad sexual y a comer lo sacrificado a los ídolos. Esto es típico de la actitud de ir “más allá” de la moralidad de los gnósticos libertarios.

21 Ya se ha dado la advertencia a Jezabel para que cese en su destructiva influencia, pero sin resultado. Por lo tanto, ella y los que le responden serán castigados.

El lenguaje de los vv. 22 y 23 es claramente figurado, señalando un castigo adecuado al crimen. Los que con ella adulteran son los mismos que se mencionan como sus hijos, o sea todo el grupo de sus seguidores será exterminado y todas las iglesias sabrán por experiencia lo que ya conocen en teoría: que el Señor escudriña la mente y el corazón y paga de acuerdo con sus hechos.

24 Las cosas profundas de Satanás podría referirse irónicamente a las pretensiones de los gnósticos de conocer, de manera exclusiva, los secretos profundos de Dios; la respuesta del Señor a tal pretensión sería la de que sus “secretos profundos” son inspirados por Satanás y no por Dios. Por otro lado, los nicolaítas pueden haber enseñado que los cristianos no deben dudar en conocer los “secretos de Satanás”, sino más bien demostrar su superioridad sobre los pecados de la carne, dado que en cualquier caso no pueden afectar el espíritu que está dentro. Cualquier interpretación exige un repudio de tales nociones. No os impongo ninguna carga más alude a las dos principales demandas del concilio apostólico de Hech. 15:28, o sea la abstención de lo sacrificado a los ídolos y de la inmoralidad.

El llamado a la perseverancia en el v. 25 apa rece de nuevo en 3:11, pero con un agregado significativo.

26, 27 El vencedor se describe como aquel que guarda las obras del Señor hasta el fin. Tal persona recibirá una delegación de la autoridad de Cristo sobre las naciones y compartirá en su triunfo sobre los pueblos rebeldes. Los verbos del v. 27, guiará y son quebradas, constituyen un paralelismo y cualquiera de los términos puede verse como controlando el sentido del otro. Si bien la mayoría opta por lo segundo (o sea “destruir”), lo primero estaría más de acuerdo con el contexto: los cristianos de Tiatira, conscientes de su impotencia, reciben la promesa del poder sobre sus adversarios. (Nótese que el término que aquí se traduce guiará significa lit. “pastorear” y originalmente se refiere al uso de un bastón de pastor y luego de un cetro (Sal. 45:6), y también como de un instrumento de castigo (Isa. 10:24).
28 Yo le daré la estrella de la mañana debe interpretarse menos en los términos de 22:16, donde Cristo mismo es la brillante estrella matutina, que por el hecho de que la estrella matutina es Venus. Para los romanos esa estrella era un símbolo de victoria y soberanía; los generales romanos construían templos en honor de Venus y los ejércitos del César tenían su signo escrito en sus estandartes. Si esto es lo que debe tenerse en mente, la promesa agrega fuerzas a las declaraciones de los vv. 26, 27; el vencedor recibe una doble seguridad de su participación con Cristo en su triunfo y dominio.